En los últimos años, ha habido un cambio en la forma en que se concibe la educación. La educación moderna se centra en el desarrollo no solo de habilidades académicas y cognitivas, sino también de habilidades emocionales.
Pero, ¿qué es una emoción? Es un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan como respuesta a un acontecimiento externo o interno. Esta división no indica que unas emociones sean buenas y otras malas, todas ellas son necesarias e indispensables, puesto que las emociones no se pueden elegir, surgen de manera espontánea.
Dentro de la categoría de las emociones positivas, se identifican 4 familias en función de sus características particulares. Asimismo, dentro de cada familia se describen otras emociones con matices similares: La alegría: entusiasmo, euforia, excitación, contento, deleite, diversión, placer, estremecimiento, gratificación, satisfacción, capricho, éxtasis, alivio y regocijo; el humor: provoca sonrisa, risa, carcajada e hilaridad; el amor: afecto, cariño, ternura, simpatía, empatía, aceptación, cordialidad, confianza, amabilidad, afinidad, respeto, devoción, adoración, veneración, enamoramiento, ágape y gratitud; la felicidad: gozo, tranquilidad, paz interior, dicha, placidez, satisfacción y bienestar.
Dentro de las emociones negativas se aprecian 6 familias emocionales y sus respectivos matices: La ira: rabia, cólera, rencor, odio, furia, indignación, resentimiento, aversión, exasperación, tensión, excitación, agitación, acritud, animadversión, animosidad, irritabilidad, hostilidad, violencia, enojo, celos, envidia e impotencia; el miedo: temor, horror, pánico, terror, pavor, desasosiego, susto y fobia; la ansiedad: angustia, desesperación, inquietud, estrés, preocupación, anhelo, desazón, consternación y nerviosismo; la tristeza: depresión, frustración, decepción, aflicción, pena, dolor, pesar, desconsuelo, pesimismo, melancolía, autocompasión, soledad, desaliento, desgana, morriña, abatimiento, disgusto y preocupación; la vergüenza: culpabilidad, timidez, inseguridad, vergüenza ajena, bochorno, pudor, recato, rubor, sonrojo y verecundia; la aversión: hostilidad, desprecio, acritud, animosidad, antipatía, resentimiento, rechazo, recelo, asco y repugnancia. En la categoría de las emociones ambiguas, se encuentran aquellas que pueden considerarse emociones positivas o negativas en función de las circunstancias, se está haciendo alusión a la sorpresa, la esperanza y la compasión. Existen 6 emociones básicas: 3 son consideradas positivas debido a que son emociones que gustan ser experimentadas, como la felicidad, la alegría y el amor, y las otras 3 son consideradas negativas, que no quiere decir que sean malas, sino que no se disfruta de su vivencia, que son la ira, el miedo y la tristeza. Como se ha podido observar en las diferentes clasificaciones, un elemento común es el elevado número de emociones negativas por encima de las positivas. Hay que recalcar que todas las emociones son necesarias e imprescindibles, por ejemplo, la ira es la que ayuda a defender los derechos personales o la tristeza la que invita a la introspección. Además, no se puede evitar el sentirlas cuando aparecen. El gran desafío es la adecuada gestión de las mismas, teniendo presente que la vivencia de emociones positivas se debe convertir en una elección. La felicidad es algo que todos queremos, tanto niños como adultos, ya que el bienestar emocional es imprescindible para todas las personas. Quienes son felices son personas más sanas, más productivas, más generosas y más amables con los demás.